Depredador – Parte dos

sábado, 7 de agosto de 2010





Dos años después del incidente de Joaquín las cosas siguieron su curso en el barrio de La Boca o al menos eso parecía, Mirtha se mudó del barrio poco después del incidente, temía por ella y por su hijo, Marco tenía siete años y su vida era particularmente la misma, su padre Lorenzo tampoco había cambiado, pero de a poco se estaba gestando algo dentro del joven Marco, algo que cada vez se hacía más intensivo.

Desde que tiene memoria a Marco siempre le gusto el fuego, cuando salía por las calles a vagar, era muy común encontrarlo en el patio baldío sentado encendiendo una fogata con lo que encontrara, Marco internamente estaba cambiando y eso era evidente, a pesar de ser a simple vista un muchacho simpático y fácil de llevar, las cosas que pasaban por su cabeza nadie las podía imaginar. Lorenzo su padre le había reglado una resortera hacia poco, la cual Marco usaba para cazar gatos callejeros para después quemarlos, vivos o no, Marcos se sentaba en el patio baldío que estaba a siete cuadras de su casa, con su bolsa arpillera, siempre cargaba con esas bolsas, realmente nadie sabe de dónde las sacaba ya que todos los días tenía que conseguir una distinta ese fue otro de sus grandes misterios.

En la bolsa siempre llevaba gatos callejeros que cazaba con su resortera, gatos medianos o en lo preferible pequeños, mientras más chicos eran entraban más, luego se proponía a buscar ramas por todo el patio baldío, papeles, en fin todo lo que ardiera, sacaba su caja pequeña de fósforos, y encendía el fuego, sus ojos brillaban mirando directamente esa rojiza flama, sentado en un cajón de manzanas, con su bolsa a su lado, miraba como ardía el fuego, cuando había un poco de brasas, colocaba con cuidado la bolsa arriba de las llamas, tenía que tener mucho cuidado para que los gatos no escapen ya que se desesperaban muchísimo apenas sentían el calor, casi siempre procuraba dejarlos inconscientes, pero como no era muy cuidadoso los terminaba matando, y ver quemarse a un gato muerto para Marco no tenía tanta gracia.

Marco colocaba la bolsa en el medio del fuego cuando había brasas para que la bolsa este mas afirmada al suelo, y luego volvía a su lugar en el cajón de manzanas a disfrutar de su show, los gatos gritaban desesperados, a Marco le gustaba ese sonido, con sus grandes ojos miraba como la bolsa de a poco dejaba de moverse y comenzaba a fundirse con la piel del animal carbonizado.

Siempre llevaba consigo un lápiz negro con el que dibujaba las paredes del patio baldío, dibujaba casas, fogatas, perros y personas Marco no sabía leer ni escribir ya que solamente asistió dos meses a la escuela, cuando se apagaba la fogata con una rama sacaba los cadáveres, los limpiaba y se quedaba con los cráneos, los cráneos le fascinaban, tenía una pequeña colección en una caja de zapatos debajo de su cama, llena de diferentes partes de los cuerpos de los animales que quemaba.

Siempre se lo podía ver a Marco jugando solo en las plazas cercanas, siempre estaba solo hasta que se hacía de algún pequeño amigo.

Marco se había escapado de su casa para recorrer más lugares, así que comenzó a caminar y caminar, hasta que encontró un terreno en donde había una construcción, no había nadie ya que era la hora de almorzar, Marco entro a investigar el lugar era enorme al parecer iba a ser una especie de hotel, Marco tomo un martillo y comenzó a golpear las paredes hasta que se cansó y se sentó en la vereda, la gente pasaba y lo ignoraba, así que decidió seguir su camino, doblo a la derecha en la esquina y camino dos cuadras, hasta que vio a unos niños jugando en una cancha de futbol, Marco se acerca se trataba de dos chicos y una chica, María de cuatro años de edad, Marco rápidamente se hiso amigos de ellos con los que se puso a jugar a la pelota, cuando se sentaron a descansar, Marco le dice a María si lo acompañaba a comprar caramelos, la chica accedió, era una niña hermosa de pelo negro y ojos claros, Marco la tomo de la mano y caminaron dos cuadras y doblaron a la derecha, Marco la convenció de jugar en la obra de construcción, comenzaron a correr por todo el lugar, jugando a las escondidas Marco la estaba buscando, encuentra a la pequeña escondida detrás de unas vigas, se acerca a ella y la toma por el cuello y comienza a asfixiarla, los pies de María se levantan del suelo, Marco sigue apretando cada vez más, la niña como puede rasguña las manos de Marco pero es inútil, la suelta, toma una soga la ata y amordaza, y arrastrando se la lleva hasta el fondo del lugar, donde había un pozo de tierra de un metro de profundidad, tira a María en el hueco de tierra y comienza a enterrarla, la niña todavía consiente trataba de zafarse de las ataduras, Marco continuaba arrojando la tierra que había junto al pozo miro a su alrededor y encontró una pala, así que lentamente iba tapando el pozo de a poco María quedo completamente cubierta de tierra. Marco se fue del lugar lleno de tierra en la ropa y en los brazos, fue a su casa, tenía hambre.

Camino a casa paro en una vieja canilla que había en la calle y se limpió las manos y enjuago su remera, lo último que quería era que su padre lo reprendiera por llegar cubierto de tierra, todavía tenía que recorrer unas largas cuadras hasta llegar a su casa, saco de su bolsillo una pequeña pelota de goma que le había quitado a María antes de atarla y comenzó a pasarla de mano en mano en una especie de juego, Marco se sentía bien, pero tenía miedo de llegar a casa.

El sol comenzaba a bajar y Marco ya estaba cerca de casa caminaba con sus zapatillas rotas y mojadas hasta llegar a la puerta de su casa.
Cuando abre la puerta se encuentra con su padre Lorenzo que había salido antes del trabajo, estaba tomando vino tinto, estaba de espaldas a la puerta y estaba mirando algo que tenía entre sus manos, Marco de a poco se acercó y vio que su padre tenía en manos su caja llena de cráneos de distintos animales, los miraba fijamente los giraba y los seguía mirando, pareciera que no había escuchado la puerta, hasta que dice.

- ¿Marco esto es tuyo?

- Si es mío

- ¿Cómo conseguiste esto?

- Los encontré, en la calle

- ¿sabes qué es esto no?

- Si, son parte de animales

- Están quemados Marco, vos los quemaste

- Si

Un largo silencio envolvió la casa, Lorenzo seguía sin mirar a su hijo y Marco lo miraba tímidamente, tenía miedo, no sabía que esperar

- Decime ¿por qué mataste a estos animales?

- Me gusta verlos quemarse – dijo Marco con la cabeza gacha

- ¿Sabes que eso está mal no?, ¿Dónde los encontraste?

- En la calle

- Para eso juntas bolsas todos los días ¿no?

- Si

Lorenzo se levantó de su silla, tomo su campera, miro a Marco directamente a los ojos y le dijo

- Yo voy a salir, tengo que visitar a alguien, no te vallas de acá

Lorenzo salió, estaba raro, parecía que algo le molestaba mucho, callado salió de su casa y cerró la puerta con llave, Marco tenía miedo no quería estar ahí, esperando lo inesperado, era casi insoportable, sabía bien que su padre podría volver borracho y golpearlo por matar animales, pero había una pregunta rondando su cabeza, ¿Por qué no lo había hecho?.

Sentado en su cama Lorenzo jugaba con la pelota de goma de María, tomo un pedazo de papel busco su lápiz y comenzó a dibujar, dibujo a una niña en una cancha de futbol y a dos chicos, luego trato de salir a la calle pero era inútil, la única forma era por la puerta o rompiendo un vidrio, sabía que romper un vidrio era mala idea así que se acostó en su colchón en el piso cerca de la estufa a leña que tenían, miraba el fuego, tomo otro papel, lo rompió en pedazos y comenzó a arrojarlos uno por uno al fuego.

Una hora después de haberse ido Lorenzo regresa a su casa, Marco aun acostado en el colchón lo escucha pero se hace el dormido, Lorenzo deja su campera camina hacia Marco y lo toma del brazo y lo mueve para que se despierte.

- Marco despertate tengo que decirte algo

Marco se levanta del colchón y se sienta en la cama, Lorenzo toma una silla y la pone frente a él y se sienta en ella y dice.

- Vengo de hablar con el psicólogo, le conté sobre tu colección de huesos, me dijo que es probable que tengas graves problemas psicológicos ya que no es normal que tortures a animales para divertirte, decime algo Marco y decime la verdad, prometo que no voy a hacerte nada, ¿por que quemas animales?

Marco se frota los ojos con las manos, y mirando hacia el piso dice

- No lo sé muy bien, me gusta verlos quemarse, nada mas

- Marco eso no está bien, necesitas atención médica, yo voy a hacer todo lo posible para pagar la terapia, pero necesito que me ayudes con esto ¿está bien?

- Que tengo que hacer - pregunta Marco

- Tenes que hacer caso a todo lo que te pregunte el psicólogo

- Está bien padre

Lorenzo se levanta de la silla y la corre hacia la mesa, de la heladera saca una botella de vino tinto y la descorcha, prende un cigarrillo y le dice a Marco que se duerma, Marco se acuesta en su colchón y de a poco se queda dormido, estaba cansado.

Al día siguiente temprano a la mañana, llega un policía y golpea la puerta de la casa, Lorenzo se levanta de su cama se pone sus zapatos y pregunta quien es

- Señor abra la puerta es la policía – Lorenzo abre la puerta

- Disculpe por la molestia pero estamos buscando a una niña llamada María Morales de cuatro años de edad desapareció la tarde de ayer no muy lejos de acá, ¿por casualidad usted no la vio? – el policía le muestra una foto de la niña

- No oficial no la he visto yo trabajo todo el día y después vengo directamente hacia acá a descansar

- Usted vive solo - pregunta el oficial

- No vivo con mi hijo tiene siete año, su madre murió hace tiempo

- Puedo hablar con su hijo

- Si claro

Lorenzo despierta a Marco y lo lleva con el oficial

- El oficial te quiere hacer unas preguntas – le dice Lorenzo a Marco mientras le toca el hombro

- Hola hijo quería preguntarte si conoces o viste a una niña llamada María Morales, esta es su foto

- No la conozco señor

- Gracias por su tiempo señor – dice el oficial

- Espere - dice Lorenzo – Marco metete a la casa quiero preguntarle algo al oficial

Marco entra y se sienta en la mesa a jugar con la pelota de goma

- Oficial, me puede decir donde fue el último lugar donde la vieron a la chiquita

- A unas diez cuadras de acá en una cancha de futbol al parecer según cuentan los chicos que estaba con ella, se fue a jugar con otro niño, que no conocía y no regreso más, ¿por que lo pregunta?

- Solamente por curiosidad, cualquier cosa que sepa lo llamo

- Muchas gracias señor que tenga un buen día

- De nada oficial buen día a usted también

Lorenzo camina hacia Marco y se sienta en frente de el

- Marco decime una cosa, ¿vos donde te fuiste ayer?

- Fui a pasear

- Por qué llegaste lleno de tierra

- Por qué estaba jugando a la pelota con unos chicos

- ¿Dónde?

- Como a diez cuadras de acá, en una canchita de tierra

A Lorenzo le corrió un frio escalofrió por toda su espalda

- Marco anda al almacén y cómprame un vino tinto

- Está bien

Marco se va hacia el almacén, Lorenzo tiene una horrible sensación que le recorre todo el cuerpo, cuando mira a la mesa, toma la pelota de goma con la que su hijo siempre jugaba desde anoche, la mira bien y pudo ver escrito muy borroso el nombre “María”.



N.E.C