viernes, 7 de enero de 2011

Pateando basura


Mi abuelo me contaba siempre de chico las historias de su vida y la verdad no me imaginaba haciendo algo similar nunca, me decía que había comenzado a trabajar a los 13 años solamente por el hecho de que no le gustaba la escuela, que se había casado a los 23 por que había dejado embarazada a mi abuela, nunca se había separado por no lastimar a sus hijos, había trabajado en el mismo lugar por 40 años, estaba jubilado hace 25 años, yo ni siquiera tengo esa edad 25 años.

Al crecer uno cree que las personas mayores son seres inalcanzables y de alguna forma siempre lo serán, nunca vamos a poder ser más que ellos ya que ellos no son más lo que eran y nosotros somos lo que somos, no lo que queremos ser, mi padre también me parece un tipo inalcanzable, creo que se nota a kilómetros el respeto que le tengo, la vida de él fue similar a la de mi abuelo, su padre, nada más que un poco más distorsionada.

Mi padre comenzó a trabajar por decisión propia a los 14 años, a los 18 dejo embarazada a mi madre, de mi hermana y se casó con ella a los 20 años, 25 años después se separaría de ella tras sufrir años de desdicha y engaños, lo mejor para él y nosotros, luego de irse de casa no sería el mismo, se perdería en las noches y dejaría de verlo.

Por mi parte cargo con toda esa responsabilidad en mis hombros para seguir el camino que mi apellido conlleva, que sinceramente me importa un carajo, tengo 22 años, no tengo hijos ni mujer, deje la escuela a la edad de 16 años por decisión propia para comenzar a trabajar, en este momento estoy desempleado, tube problemas con la bebida pero ahora lo se controlar un poco más, tube problemas de drogas pero lo se controlar un poco más, tube problemas de amor que todavía no puedo controlar, en fin, me fui de casa, con mi último sueldo alquile un departamento de dos ambientes lejos de mi ciudad, lo más lejos posible, estoy seguro que mamá no me extrañara, es lunes por la mañana y tengo que buscar trabajo, me levanto a las seis AM busco el diario y salgo a la calle, en unos días me echan a la calle ya casi se cumple un mes desde que pague el alquiler, lo único que me falta dormir en las calles, mi padre estaría orgulloso.

Salgo a la calle helada por el invierno voy a la estación saco boleto y me siento a leer los clasificados, una de las cosas que me juega en contra es no tener el secundario terminado, no tener buena presencia ni mucha experiencia pero no tengo nada más para ofrecer, por lo menos laboralmente, mi mente viaja lejos mientras trato de desconectarme y leer con claridad “Se busca empleado para depósito, buena presencia, secundario completo y con experiencia en el área, presentarse de 8 a 14 HS en la calle Roca 115, Buenos Aires Argentina” , si es justo para mí, estoy a tiempo de llegar, el tren de a poco se acerca.

El viaje en tren de esta hora es una mierda, siempre lo fue y lo seguirá siendo, viajar parado con ciento y algo de personas que no quieren estar ahí, que todavía quieren estar en sus casas, calientes en sus habitaciones, durmiendo con sus mujeres, justo como yo, veo por la ventana el paisaje de esta nublada mañana de lunes, el vidrio un poco empañado deja ver un poco hacia fuera, como el tren se abre paso entre los árboles y el campo, pensando en… en nada, hace tiempo que no puedo pensar en nada, nada me provoca nada, no pasan cosas interesantes en mi vida, no siento nada en mi alma, no tengo razón para levantarme o para morir, es altamente aburrido pero es así, llegando a la siguiente estación se bajan la mitad de las personas del vagón, consigo un asiento y sube una señorita que se para en el pasillo delante mío, me levanto y le dejo mi asiento, es demasiado bonita como para viajar parada, luego de hacer estas cosas siempre me arrepiento, quizás debe estar satisfecha, ya que obtuvo un asiento en el tren por el solo hecho de ser linda, no me detuve a pensar si era una buena persona, no me detuve a pensar que quizás se alisto tres horas antes de salir para que alguien quizás le pueda llegar a dejar un asiento libre en ese cargado tren, o quizás, o quizás esté un poco demasiado paranoico.

Muero por fumar un cigarrillo, me dirijo hacia el fondo del vagón, más específicamente la puerta del mismo, le pido permiso a un par de seres invernales y me acomodo, saco un cigarrillo y me percato de que mi encendedor esta en mi mesa de luz, esta donde todos querríamos estar en este preciso momento, durmiendo en su habitación, le pido fuego a uno de los seres que me rodean, me convida fuego, prendo el cigarrillo echo una pitada de humo y miro por la puerta del vagón, como pasa sobre los puentes y las autopistas, ya estamos cerca, son las siete de la mañana y el sol apenas se asoma por el horizonte, creo que este será un día de mierda.

Bajo de la estación y me tomo el 59, todavía mi viaje no llega a destino, esta vez consigo viajar sentado sin darle el asiento a nadie, llegando a constitución me hace acordar a mí mismo y a cómo podría llegar a terminar si no logro conseguir un trabajo pronto, las putas en las calles, la droga en cada esquina, la miseria en el aire, las armas en sus bolsillos, pareciera el infierno y yo agonizando arriba del 59 dando un tour gratuito sobre mi futuro, pero en el fondo, tampoco me importa un carajo.

Finalmente llego, lo reconozco fácilmente por que la cola llega hasta la esquina, la cola formada por tipos como yo, a pesar de ser muy distintos nos reconocemos, sabemos que el menos peor será el afortunado que obtenga el empleo, pero no sabemos distinguir quien, ya que somos todos igual de miserables, el tipo que está delante mío comienza a mirarme, luego me mira de nuevo y me sonríe, es un tipo de aproximadamente 40 años, muy avejentado, tomado de una petaca, sabía que en cualquier momento me iba a ofrecer un trago, es un viejo truco que los alcohólicos hacen, cuando salen a buscar empleo y no pueden dejar de tomar buscan a alguien que tome con ellos, creo que sienten que tienen más posibilidades cuando encuentran otro ebrio como ellos, los hace sentir menos solos.

Me ofrece un trago cual rechazo fríamente, se da la vuelta y comienza a mirar a otro tipo, por mi parte estaba tranquilo y un poco indiferente, pensando en nada como todo el maldito día, de a poco la fila se iba consumiendo como mi paquete de cigarrillos, finalmente llegaba mi turno, entre me recibió una secretaria me dijo que llene un formulario y que tome asiento, eso hice, me senté en una sala de estar junto a otro cuatro tipos, no nos mirábamos solamente llenábamos el formulario, que era básicamente hacer nuestro curriculum a mano, luego llamaron al primero yo estaba último, grandes expectativas no tenía pero ya estaba ahí, realmente odio salir a la mañana, tenía varias cosas en contra para pensar mientras esperaba mi turno que finalmente llego, llaman mi nombre y entro a la oficina, me recibe un tipo canoso que decía que se llamaba Oscar, de piel morena, con una camisa, zapatos y pantalón de vestir, me dice que me siente, luego me dice.

-

Bueno cuénteme algo más de usted, ¿dónde vive?

- Vivo en la matanza en Gregorio de Laferrere

- ¿Y cuál fue su último trabajo?

- Fue de ayudante de cocina señor

- ¿Por qué no trabaja más ahí?

- Me dejaron ir por reducción de personal, estaba en negro

- Y tiene experiencia en el área de deposito

- Sí señor, fui encargado de depósito en un lavadero de parque patricios, y trabaje en varios expresos.

- Está bien, lo vamos a tener en cuenta, ¿anoto su número en el cuestionario que le hicimos llenar?

- Sí señor, los dos, el número fijo y el celular

- Entonces perfecto te llamamos en la semana – me dice mientras me tiende la mano para saludarme

- Señor disculpe, ¿esa es su hija?, la de la foto

- Si es mi hija, ¿se puede saber por qué lo quiere saber?

- Por nada en especial quería felicitarlo por lo hermosa que es – le digo tomando su mano

- Gracias, estoy orgulloso de ella

- Bueno señor que tenga un buen día

- Hasta luego – me dice mientras cierro la puerta

Obviamente el hijo de puta no me iba a llamar, pero por lo menos me saque las ganas con lo de su hija, realmente era hermosa, tengo hambre todavía no desayune, voy a un kiosco y agarro unos sándwiches de miga y un agua, salgo a caminar, me encuentro con un plaza y me dispongo a comer sentado en ella, me siento como un vagabundo en la capital del país, desubicado como en todo lugar, tiro el diario de hoy en un tacho de basura y voy a lo que por ahora es todavía “casa”, el viaje es mucho más tranquilo ya que viajo prácticamente solo, durmiendo, llego a casa nuevamente, abro la puerta y me acuesto en la cama, prendo la radio como para que adorne un poco el ambiente y me acuesto en mi cama, me duermo.

Despierto por la tarde, la radio sigue prendida no hay nada interesante para escuchar en la radio, hace años, miro por la ventana y ya es de noche, voy a mi mesa de luz tomo mi encendedor y la mitad de mis últimos 400 pesos para el alquiler y salgo a la calle, caminando pensando en nada en particular llego al bar, la puta madre lo mal que me siento se refleja en el espejo que está detrás de la barra, no sé por qué, pero es leve y a veces hay días que el alcohol lo hace sacar a flote a borbotones, pero es una extraña sensación, estoy solo, pido una cerveza, la tomo con mi mano derecha y comienzo a beberla.

Esta noche puedo escuchar el sonido de la ciudad es como si me estuviera cantando algo que realmente no llego a entender, pero lo puedo escuchar, será que la ciudad también está en agonía, ¿también sufrirá? Yo creo que sí, la fría brisa entra por la ventana, pido dos latas de cerveza y salgo de ahí, salgo a caminar, cuando llego a la plaza me acuesto en el pasto, no hay nadie más en esa plaza a esa hora de la noche, siempre estoy solo, en todos lados, a todo momento, a pesar que mis amigos no viven lejos de aquí no están, no están hace años y no lo estarán por muchos más por lo que parece, paso los días escribiendo y las noches tomando, tomando para tener algo interesante que escribir el día siguiente, creo que necesito una vida, la realidad en la que estoy no creo que se llame de esa manera, es como una marea que no se compara con el océano, como una hoja no se compara con un árbol, no se compara “esto” con estar vivo, siempre me pregunte como será.

Gotas de lluvia comienzan a caer como las lágrimas cuando te dije adiós, el cielo me observa y yo a él, me corro, no quiero embarrarme, abro una lata de cerveza y tomo un sorbo, los patrulleros comienzan a dar vueltas es hora de irme a casa, tengo más de veinte cuadras que me amenazan peligrosamente, pero no tengo otra salida, si esta cuidad fuera amable perdería su único encanto, su raíz.

Cuando llego me acuesto y me duermo casi de inmediato, tengo hambre pero eso no importa, me despierto a las seis de la mañana tomo lo que queda del resto del dinero y salgo a la calle, me tomo el primer colectivo que encuentro era el 180, es un largo viaje, como siempre miro por la ventana, las calles, el día gris, la gente con paraguas apurada, siempre la gente está apurada, si tan solo se levantaran más temprano…

Bajo cerca de la costanera y voy hacia Puerto Madero, que pierde un poco su encanto a la mañana, Puerto Madero es sin dudas un paisaje nocturno, me quedo pensando mirando el agua, el día tiene muchas ganas de llover de nuevo, un perro se me acerca, es rarísimo ver un perro callejero en capital federal, lo acaricio y se sienta a mi lado, el único ser que me presta atención en meses, desde que ella no está.

A veces siento que voy a terminar en las calles buscando en la basura, unos labios que me digan esta noche quédate, carenciado de afecto, herido por la soledad, pero que carajo, es verdad lo admito todavía no la olvide, todavía no creo que exista otra como ella, fumo un cigarrillo tras otro y un par de lágrimas se caen por mi mejilla, la extraño.

Me levanto y sigo caminando, el perro que me hacia companía levanta la cabeza para verme y se acuesta de nuevo decepcionado, es así querido amigo las personas se van ,camino solo si un lugar donde ir, mirando las baldosas y las calles pasar, pero en el fondo se dónde voy a terminar, caminando llego a un viejo bar, muy sucio, definitivamente mi tipo de lugar, entro y veo a ocho tipos algunos en mesas otros en la barra, pero todos solos, como yo que atravieso la puerta para sentarme en la barra y pedir una cerveza, el tipo de la barra me la da, le pago y comienzo a beberla, no me importaría morir, tampoco seguir viviendo, con tantos problemas que lleva estar vivo, creo que sería mejor fundirse de un vez, ya hice lo que quise con esta corta edad, y sé muy bien que no voy a poder obtener lo que quiero, como siempre, la vida no es un cuento que puedo manejar a mi antojo, no puedo darle el, final que tanto deseo, lo único que controlamos de nuestras vidas es el derecho de quitárnoslas, me parece una decisión muy respetable que si todo sigue así quizás algún día la reconsidere, uno no está consiente o no quiere estarlo, pero a la noche en mi habitación puedo ver los fantasmas de mi pasado sobrevolando, atormentándome, mirándome, siempre simulo no verlos para que quizás se cansen y se vayan, pero son muy insistentes, creo que se me acabaron las reservas de cordura, creo que no hay vuelta atrás, creo que me tomaría otra cerveza.

Mientras me tomo la otra cerveza están dando en el noticiero como siempre noticias que dan ganas de quedarte en tu casa encerrado y no salir nunca más, al parecer habría asaltado a dos jubilados y golpeado a uno entrando en su casa, no sé qué es peor si la gente que se aprovecha de los ancianos o el noticiero vendiendo paranoia, me da asco todo, me da asco las cosas que escribo, por que sé que algún día cuando las encuentren y las lean van a pensar “este tipo es un jodido loco” siempre me decían que me hacía demasiado problema por todo, que me importaba demasiado, bueno aquí me ven hundido en la derrota, no es de sorprender que todo el mundo te tire abajo, pero ¿tus amigos? Eso sí es de novela, no puedo creer pero ya son las nueve de la mañana, tengo que irme de aquí.

Y así me encuentro caminando sin un rumbo aparente… otra vez, pero esta vez me auto-engaño por qué sé que voy a terminar con ella, como siempre, camino y camino, la gente me esquiva, no me presta atención, un poco ebrio me concentro solamente en llegar y verla, verla de nuevo, me gustaría que las cosas siguieran como antes, pero sé que no hay nada por hacer y lo peor es que mi corazón todavía está con ella, que nunca voy a poder amar a alguien así, o que no voy a querer hacerlo, como duele, siempre duele, no quiero que duela, siempre va a doler.

Finalmente llego, paso por la entrada directamente donde esta ella, me pongo delante de ella, la miro, ella mira hacia un costado, no me mira, eso me molesta, hace como si no estuviera ahí , me sentí como un completo idiota al ir a visitar a una mujer que me abandono y ahora no puede mirarme, le digo.

- Hola ¿no?, vas a hacer como siempre que vengo, ¿ignorarme?, me haces sentir un completo pelotudo ¿sabes?, contesta dale, por lo menos mírame, vas a empezar con lo que siempre decías, ¿perdón?, vos siempre creíste que con un perdón arreglabas todo, que egoísta sos sabes.

No me contesta, solamente está igual que cuando llegue, eso me duele más, comienzo a tomar bronca.

-

Sabes que, no sé por qué sigo viniendo, en realidad si lo sé, es por qué te extraño, pero a vos no te importa un carajo, nunca te importo un carajo, para irte y dejarme solo en esta mierda, nunca me dijiste el por qué, fue muy egoísta, sos muy egoísta, ¿sabes qué? No pienso venir más, me canse, me canse de todo, me canse de vos, te amo pero, adiós.

La gente me mira mientras me alejo de la tumba, con los ojos llorosos, alguno que otro pone su mejor cara de lastima, algunos quieren hablarme, pero yo solamente quiero salir de ahí, no quiero verla más, me hace mal, se fue, y no me consulto, eso me dolió, me hubiera gustado irnos juntos, como alguna vez prometimos.

Cruzo la calle y veo un viejo bar, no es muy barato, pero es realmente todo lo que tengo, las penas no se ahogan en el alcohol, ya que al día siguiente vuelven más vivas que nunca, lo bueno del alcohol no es eso, es que el tiempo es más corto para todo, más corto para irse, para despertarse, más corto para que llegue el día en el que me valla con ella.