Puta la suerte

lunes, 2 de abril de 2012




Puta la suerte, había escondido la plata por algún lugar anoche cuando todavía estaba ebrio y ahora por la mañana, resacosa mañana por cierto, no puedo encontrar la billetera, así que decidí llamarla a Carla, creo que ella fue la ultima persona que vi anoche, hasta donde me acuerdo, estaba sentado en la plaza tomando cerveza y fumándome un porro, cuando la veo acercarse Carla con esas caderas que se mecen de un lado a otro, realmente Carla es fuego, fuego puro, las veces que me masturbe pensando en ella, miles…

Pero a ella le gustan las mujeres, y tiene el pelo largo y negro, los ojos siempre delineados de negro y la piel blanco porcelana, es ardiente, y es como yo por eso es mi mejor amiga, recuerdo una vez, había venido a casa con Verónica su novia (de turno) de ese entonces, Verónica no era realmente bonita pero tenia unas piernas poderosas llevaba unas zapatillas Vans que le quedaban mas que genial y tenia una personalidad realmente encantadora, parecía una persona normal entre nosotros, recuerdo no poder dejar de ver esas piernas mientras nos emborrachábamos y fumábamos, ella fumaba Malboro y tenia unas gafas sin marco  y un piercing en la boca en el medio del labio inferior, pasaban las horas y nos poníamos mas ebrios, Carla en el medio de la charla toma la cabeza de Verónica y la besa mete su lengua dentro podía verla, podía ver las caderas y el culo de Carla tan pegado a las piernas de Verónica, Carla me mira mientas se besan, baja la mirada y se aleja me pide perdón.

-          No hay por que – dije – sigan un poco mas que tengo un par de monedas
-          Sos un asco -  dice Carla - con una sonrisa en la boca

En fin, la primera en desmayarse fue Verónica, después de vomitarme el baño, como siempre, las mujeres manchan un poco mas de vomito a mi alma y mi tocador, los tipos son mas directos casi siempre te avisan antes de vomitarte el alma, para esas cosas es mejor no dar sorpresas. Estábamos con Carla sentados en el sillón mientas escuchábamos vomitar a Verónica.

-          Creo que realmente estoy sintiendo algo por esta pelotuda – Dice Carla exhalando el humo del cigarrillo
-          ¿Amor? – dije
-          No lo se, pero sé que es algo, creo que un afecto mas… mas grande
-          Es el principio del amor, es el principio del fin
-          Puta madre, creo que tenes razón – me dijo

Seguimos tomando yo había cobrado hacia poco tiempo así que teníamos cerveza de sobra, eso me gustaba, me gustaba la compañía de Carla, era la única persona que me pudo soportar tantos años, por lo general, la gente se cansa en menos de un año, y luego, tengo que volver todos los días a mi cueva de soledad en mi habitación a escribir y masturbarme, mientras me drogo y veo  películas de Rock, todo eso, solo.

Estaba Carla encima mio, muy ebria, yo estaba acostado en el sillón y ella apoyo su cabeza contra mi pecho y quedo dormida, sentía su perfume, parecía adornar el ambiente y quedarse en mis cortinas en mi ropa en mi pecho en mi corazón parecía poder verlo como flotaba en el ambiente, podía verlo correr por ahí, Carla siempre me pareció una gran y hermosa mujer, pero por las que su culo y sus caderas fueran tan excitantes me provocaba una especie de amor tenerla en mi pecho y también por que no de ternura, realmente había adquirido sentimientos por esa mujer, mi única amiga, la que mas duro y la única persona que nunca se fue.

Sentía ruidos en el baño, y Carla se durmió derrotada en el sofá, como pude, la corrí hacia un costado y cayo redonda en el sofá donde se quedo dormida, me dirigí lentamente al baño, caminando de puntas de pie para no hacer ruido, asome mi cabeza entre la puerta que estaba a medio abrir, la vi a Verónica tan tierna y patéticamente abrazada al inodoro, también completamente borracha, me acerque a ella y trate de levantarla, pero no se podía mantener de pie, no podía ni estar parada, miraba sus piernas, que desembocaban en esas zapatillas Vans, comencé a tocarle el muslo, mientras miraba por la puerta, luego me puse de pie y sali a controlar la situación, Carla dormía derrotada en el sillón, cerré la puerta y me desabroche el cinturón, me acerque a Verónica y puse mis manos en sus piernas, subí lentamente por su short de jean, y me desabroche la bragueta, saque el pene y comencé a masturbarme, ella no reaccionaba, luego la bese en el cuello y en todas partes del cuerpo, lentamente baje sus shores y se la metí, bombee un rato hasta que termine, la limpie un poco, y la levante en brazos, la lleve hasta el sofá junto a Carla y la deje ahí, luego levante a Carla y la lleve hasta la cama, la coloque boca a bajo y le toque el culo un largo rato, me masturbe y acabe en su espalda, luego, la metí bajo las sabanas y dormí abrazándola.

Me desperté no sabiendo muy bien donde estaba, pero Carla no estaba a mi lado, lentamente corrí mi cabeza y las vi estaban cogiendo en mi sofá, podría levantarme y tratar de sumarme parecería algo que nadie quisiera desperdiciar, pero por otro lado, ya había sido lo suficientemente mierda con las dos, así que las deje seguir en paz, dormí de nuevo.

Cuando desperté era tarde y llovía en La santa maría, hacia días que el sol no se asomaba, eso me gustaba, no quería ver el sol, cuando me senté en la cama para analizar la situación,  no las vi en el sofá, de repente Verónica salió del baño me miro sonrió y siguió hasta la cocina, mire sus piernas mientras se alejaban, me levante y me puse los pantalones, que los encontré por alguna razón debajo de la cama, prendí un cigarrillo, y fui hasta el baño, mire mi cara al espejo, necesitaba un afeitado, necesitaba suerte, necesitaba tantas cosas, sobretodo un espejo y una cara nueva, me lave los dientes, la lluvia golpeaba la ventana de vidrio, los pájaros esperaban resguardados en algún lugar junto con los vagabundos y mi principal preocupación era que tuviéramos cerveza suficiente como para no ir a comprar, cuando llovía, afuera como las calles eran de tierra mi cuadra se convertía en un puto pantano y salir a comprar un cajón de cervezas era tarea complicada, fui hasta la cocina y la encontré a Verónica cocinando no sé que cosa en una hoya mientras picaba cebollas en la tabla que tenia en mi cocina.

-          ¿Donde esta Carla? – Pregunte
-          Fue  a comprar
-          ¿Con esta tormenta?
-          Pidió un remis
-          ¿Se llevo los envases de cerveza?
-          ¡Si!
-          Oh gracias a dios – sonreí

Verónica se me acerca muy lentamente sonriendo y todavía con el cuchillo en la mano, me llegaba por el hombro era una pequeña mujer dotada de unas bellas piernas, me apoya sus pechos en mi estomago y su mano en la entrepierna, mirándome fijamente, su perfume aunque estaba tapado por una capa de olor a alcohol era intenso y lograba describirla muy bien era dulce y fuerte y apasionado, me susurra al oído.

-          No creas que no recuerdo lo de anoche

Ante tan terrible situación recordé exactamente lo que había echo, me sentí muy mal pero en el fondo realmente no, solamente lamentaba no recordar con exactitud esas piernas blancas y poderosas completamente desnudas, al parecer ella si, se escucha el ruido de la puerta, Verónica me suelta se aleja y sigue picando cebollas, entra Carla a la cocina con las Cervezas en bolsas blancas, voy a ayudarla las colocamos en la heladera y se va a la búsqueda de Verónica , que con un abrazo afectivo la recibe, y luego mirándome mete su lengua en la boca de Carla que me daba la espalda, mirándome fijo y con una especie de sonrisa, ya no tenia el cuchillo en las manos y con una de ellas le toco el culo firmemente, Carla se alejó un poco sonrojada, saque un porro de mi bolsillo y lo encendí, mientras Verónica no dejaba de mirar y sonreír, se me acerco me pidió una pitada, la fumo tiro el humo en mi cara y se alejó a seguir con las cebollas, Carla viene y me abraza afectuosamente, con su cabeza apoyada en mi pecho, pude sentir cariño y amor en ese abrazo, mientras Verónica me seguía mirando desde mi tabla, cortando y sonriéndome, en ese momento supe, que las cosas se me iban a complicar. 


Nec