Gloria bajaba por la escalera de su alquilado
departamento de flores era de noche, y el clima era cálido y agradable, gloria
bajaba con las bolsas de basura una en cada mano, las bolsas eran negras y
pesadas, abrió la puerta que daba a la calle y salió, la noche era tranquila y
hermosa, gloria era una estudiante en la universidad de Palermo, tenía 24 años
y vivía en un departamento pagado por sus padres que vivían en Mendoza, hija de
una respetada familia de clase alta, hermosa mujer, exitosa, destinada a lo
mejor de lo mejor.
Por otro lado, es mejor decir, del otro lado de la calle
estaba Hernán, un pibe de 23 años, con muchos problemas que la vida había
preparado especialmente para él, no conocía a su padre, no sabía nada de su
madre o de sus dos hermanos hace años, hace años que vivía de trabajo en
trabajo y hace dos años que vivía en frente del departamento de Gloria y la
observaba todas las noches, enamorado de ella vivía en una habitación de un
antiguo bar abandonado, la fachada de enfrente estaba completamente tapiada y
escrita con aerosoles, Hernan vivía ahí, con una pequeña cama un baño precario
y cientos de cuadernos escritos, era lo único que hacia cuando volvía de su
trabajo mal pago en un restaurant de constitución, las botellas vacías
adornaban el suelo, los vidrios rotos, las bolsas vacías de cocaína, las
cenizas de cigarrillos flotaban en el aire, tenía solamente un foco que colgaba
de su habitacion, junto a la puerta principal del viejo bar (que claro estaba
tapiada) había una pequeña grieta, detrás de esa grieta estaba Gloria dejando
las bolsas de basura en el canasto.
El, la observaba como todas las noches, a veces incluso
se masturbaba a través de esa grieta mugrosa, mirando a Gloria, sabia sus
horarios, su agenda, la había memorizado mirándola por la grieta, incluso la
tenía anotada por algún cuaderno, que obviamente ya no necesitaba, ya que sabía
su agenda de memoria, Gloria era bella, Hernan solamente conocía la soledad, no
conocía nada más, tantos años solo, habían desarrollado en él un rechazo a la
gente, no podía relacionarse con nadie, en el trabajo no hablaba, él era lavaplatos
hace más de 4 años, la gente lo conocía, habían rumores sobre él, nadie sabía
quién era, de donde venía o hacia donde iba cada noche, algunos viejos
borrachos apostaban si él era realmente mudo o solamente no quería hablar con
nadie, nunca lo averiguaron.
Demian tenía miles de libros por toda su habitación, era
la única cosa en la que gastaba su sueldo, ya que en el trabajo le daban de
comer, los tenia apilados en el piso, en las mesas, la mayoría eran viejos y
húmedos, con paginas amarillentas, pilas y pilas de ellos, Bukowski, Borges, Sábato
eran sus preferidos, tenía las obras completas en una vieja repisa que colgaba
de la pared, a veces salía a comprar licores o cerveza en el viejo almacén de
la esquina, tomaba cocaína que conseguía, nadie sabía cómo, pero lo hacía, se
encerraba días y noches a tomar y escribir, podía pasar días enteros
escribiendo, y noches soñando sin dormir, hablaba solo, cantaba y a veces prendía
la vieja radio que alguien se había olvidado.
Gloria pasaba sus días estudiando en su departamento, sus
amigas la visitaban los martes a la noche, estaba soltera hacia solamente un
mes, hasta hace poco salía con un médico que vivía en Hurlimgam se llamaba Víctor,
lo había engañado con su mejor amiga, así que Gloria pasaba las noches llorando
y los días no radiaban tanto para ella como antes, tenía éxito, pero no le
importaba, tenía dinero pero no le importaba, tenía todo lo que cualquiera
desearía pero no le alcanzaba, pensaba en Víctor y su amiga, cojiendo en un
telo de Avenida J.B. Justo sus lágrimas brotaban y caían sobre sus cuadernos de
arquitectura, mientras las luces naranjas de los focos de la calle entraban por
su gran ventanal del tercer piso.
Gloria a pesar de todo se mostraba radiante con todo el
mundo, pero no estaba bien, Gloria odiaba y a veces lloraba a los gritos,
Hernan lo sabía, se daba cuenta solamente con verla caminar, sus pasos no eran
los mismos, su cara estaba cansada de tanto fingir alegría y sus ojos no
brillaban con el sol como lo hacían antes, el auto de su ahora ex novio no
estaba más estacionado frente a la calle, Hernán lo sabía, y lo escribía, como
todas las tardes al llegar del trabajo, no podía verla así, escribió un poema
para Gloria, se llamaba justamente “Gloria”, lo escribió en un cuadernillo de
tapa azul, saco la hoja y la doblo en pequeños pedazos, antes de que ella saque
la basura como lo hacía día por medio, se acercó a la entrada y la dejo en el
piso, luego se fue a su habitación a observar a través de la grieta, esperaba
hasta que Gloria saliese por la puerta, ella sale observa la hoja doblada en el
piso y sigue de largo, deja las bolsas de basura en el cesto mira nuevamente la
carta se acerca lentamente y la abre, mira hacia atrás y luego hacia adelante,
se la guarda en el bolsillo y entra.
Una vez dentro Gloria abre el papel, lo lee y se queda en
su sillón de cuero sentada bajo la luz de su velador de pie, pensando,
realmente le había gustado la poesía, sonrió, parecía un poco extraño, pero era
un lindo gesto, viniese de quien viniese, esa noche Gloria durmió con una semi-sonrisa
en su rostro, pensando en el autor de esa poesía, era un poco perturbador, pero lo había hecho para
que ella se sienta bien o al menos así ella lo interpreto, apago las luces y
cerro sus celestes ojos. Al despertarse preparo su desayuno, dos tostadas de
pan integral untadas con casamcrem, un vaso de jugo exprimido de naranja y un
café negro, bajo por el diario a la puerta y subió nuevamente, no se sentía tan mal como los demás días,
estaba agradecida y se sentía querida de alguna extraña manera, leía su diario
mientras comía su desayuno en pantuflas y jogging, el día estaba soleado eran
las ocho de la mañana y hacían 18 grados, sería un día caluroso.
Hernan amaneció bajo los efectos de la cocaína, todavía
no había dormido y tenía que ir a trabajar como todos los días, tomo el
colectivo leyendo un libro de Friedrich Nietzsche que ya había leído más de
cinco veces, llego al trabajo y comenzó a preparar su lugar, a barrer y a
limpiar, su jefe lo apreciaba mucho, era uno de los pocos que lo había
escuchado hablar y le gustaba, era eficiente y callado, como una máquina, nunca
había tenido una queja y nunca había exigido nada, parecía que ese restaurant
era todo lo que tenía, pero no era así, también tenía un poco de Gloria.
Los gritos en el departamento de gloria despertaron a
Hernan, su ex novio estaba en su departamento, pidiendo perdón y ella sacada
casi loca lo insultaba de arriba abajo, los gritos eran muy fuertes y tenían a
todos despiertos esa tarde de miércoles, Gloria lloraba y gritaba, sus venas se
podían ver a través de su cien, Víctor se limitaba a escuchar y hablar con la
cabeza gacha, como tantas otras veces, Gloria se quería casar con él, pero el
siempre hacia lo mismo, y ella también siempre lo perdonaba, un círculo vicioso
idiota, una y otra vez, los hombres y las mujeres se lastimaban unos a otros
todos los días, la luz de la luna entraba por las cortinas de las grandes
ventanas iluminando un frasco de perfume que estaba tirado en el piso, que
Gloria había arrojado, el piso estaba cubierto de sus cosas, adornos, lapiceras,
el medico exitoso estaba de pie ante todo eso soportando los escupitajos de
insultos hacia su persona, al parecer no había otra salida, Gloria tenía la
garganta rasposa de tanto gritar, los vecinos tocaban su puerta pero a ella no
le importaba, lo miro fijamente y lo abofeteo, con fuerzas y le pidió que se
retire, él lo hiso, ella se quedó sentada en el piso contemplando todo el
desastre que había hecho, pero no le importaba, su corazón estaba demasiado
herido como para que le importe algo más.
Hernan sabía que no se sentía bien, así que al día
siguiente le dejaría otra poesía en la puerta de su casa para que se tope con
ella, Hernan estaba borracho tirado en la cama, se levantó tambaleando y se sentó
en la mesa prendió una vela, y comenzó a escribir el poema para Gloria, las
palabras salían solas, el la amaba y con ella conseguía la inspiración que necesitaba
para salir adelante, para no volverse loco completamente, soñaba por las noches
con ella, con tocarla, con conocerla, con que algún día ella lo abrase, Hernán
no sabía lo que era un abrazo, solamente había leído sobre eso, miles de poemas
hablaban sobre abrazos, sobre el afecto que el tanto desconocía, que le hacía
falta.
Al día siguiente doblo el poema de la misma forma y lo
dejo en el mismo lugar, ella al sacar la basura reconoció el trozo de papel al
instante y lo tomo entre manos, y después de eso, se quedó parada en la vereda,
con el poema apoyado en su seno, mirando hacia todos lados, tratando de buscar
al autor, no lo vio por ningún lado, Hernan se acostó en su cama y comenzó a
masturbarse.
Gloria leía su poesía tomando un vaso de coñac con dos
hielos, estaba realmente fascinada por el material de este desconocido que
firmaba con una “H” al final, la curiosidad de toda mujer despertó en ella, así
que decidió contestarle, dejando una pequeña carta en el mismo lugar que el
dejaba su poesía para ella, escribió toda esa noche, con sentimiento y calma,
mientras las luces naranjas de los focos de la calle iluminaban nuevamente su
ventana, el estéreo sonaba en una forma moderada, Gloria tenía una pequeña
sonrisa dibujada en su blanco rostro, quizás existía la chance de que todo esto
esté bien, quizá.
Al día siguiente Gloria a la misma hora, salió a la
vereda de su departamento y se sentó a mirar hacia la calle, Hernan estaba en
el otro lado mirando desde la grieta de la pared, ella saco de su bolsillo una
carta doblada de la misma forma que lo hacia él y la dejo en el mismo lugar que
encontró las poesías, se levantó y se fue, a la universidad. Hernan,
desconcertado, salió despacio a la calle, con el corazón latiendo muy rápido,
camino despacio hacia la carta cuando estuvo frente a la carta sus ojos se
abrieron grandes la tomo y se la guardo, volvió a su habitación iluminada por
el único foco que tenía, se sentó en la cama y comenzó a leerla, a medida que
iba leyendo los párrafos, sonreía, Hernan no sonreía hacia años, no recordaba cómo
era esa sensación tantos años sin sentir nada lo habían hecho un hombre inerte
a todos esos sentimientos que lo invadían en ese momento, a pesar de su falta
de sentimientos, sus poesías parecían haber llegado al corazón de alguien y eso
no era lo que más lo sorprendía, lo que más lo hacía era que las palabras
escritas desde ese mismo puño con el que todos los días tomaba whisky habían
conmovido a la persona indicada, Hernán sentía algo raro en el pecho que se
llamaba FELICIDAD, y eso le gusto.
Al día siguiente fue a comprar un poco de ropa, la carta
de Gloria decía que lo quería conocer, y Hernan no podía desperdiciar esa
oportunidad, no se lo permitiría, Tomo un poco de su dinero que tenía guardado
hacía tiempo, compro unos pantalones de jean y una camisa a cuadros color bordo
y celeste, unas zapatillas y se cortó el pelo, se bañó y al día siguiente
espero a que Gloria llegue de la universidad mirando a través de la grieta,
como todas las tardes, ella llego como de costumbre y entro, Hernan junto coraje
y salió hacia la vereda, se acercó a la puerta del edificio y saco la cinta que
había puesto en la cerradura para que no se cerrara y entro, camino modestamente por el pasillo y no tomo
el ascensor subió por las escaleras, tranquila y relajadamente, subió hasta el
piso de Gloria, y con el corazón en la boca golpeo su puerta dos veces, ella
abrió y cuando lo miro sus pupilas se dilataron sorprendidas, lo miro a los
ojos y dijo:
- ¿Sí? ¿Qué necesita?
Hernan no contestaba estaba demasiado nervioso, abrió grande
los ojos y acerco su cara para darle un beso, ella puso su mano en la cara de
Hernan alejándolo enojadísima, el entro en el departamento cerrando la puerta
tras de él.
Una vez dentro comenzaron a forcejear, Hernan tapo la
boca de Gloria con la mano derecha y con la izquierda le tocaba los senos, la tenía
apoyada contra la puerta, luego se separó de ella, la golpeo en la cara y la
arrastro hacia el sofá, Gloria no podía gritar lo suficientemente fuerte como
para que alguien la escuche, Hernan tocaba su vagina por debajo de su ropa
interior, ella lloraba, era tan hermosa empapada de lágrimas, hasta se podía
ver su cuello lleno de venas y rojo por la fuerza que hacia al gritar, la luna
alumbraba la habitación mientras Hernan rompía su blusa dejando al descubierto
unos hermosos senos, tan blancos como las nubes, suaves y tibios, maternales y
muy sexuales, Hernan la golpeo otra vez con la mano abierta, le bajo los
pantalones de un golpe y de la misma manera la ropa interior, que cayó
tristemente al piso, Gloria lloraba y pedía piedad, Hernan la besaba
fuertemente, ella mordió su labio fuertemente, pudiendo arrancar un pequeño
pedazo, Hernan grito, la sangre salía a borbotones por su labio inferior, llevo
sus manos a su boca y grito, luego la miro y la tomo por detrás, bajo sus
pantalones y saco su pene, la penetro en ese sofá a la luz de la luna, mientras
su camisa nueva se llenaba de sangre, se teñía lentamente, ella gritaba podía
verla, su cabeza estaba apoyada contra un almohadón color beige, acabo su asunto
y Hernán se desprendió de ella, casi todo su cuerpo estaba salpicado de sangre,
Gloria giro a verlo, el, la golpeó duramente en la cara, luego continuo, la
golpeo hasta que lo único que se podía escuchar era el ruido seco de su puño
contra la ya deformada cara de ella, se levantó de arriba de ella, camino
lentamente hacia la cocina, y comenzó a tomar la botella de coñac que había
apoyada en la barra de la mesa, miro por la ventana la hermosa luna que
alumbraba la cuidad de Flores, era una noche cálida de verano, la gente en la
calle caminaba apurada por llegar a casa para descansar un poco mientras otros
disfrutaban de la noche comiendo en restaurantes caros sobre la Avenida
Rivadavia, mientras Hernan acariciaba la cara deforme y sin vida de Gloria mientras
tomaba coñac, un pequeño ave se posaba
junto al balcón.
Nec
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